No podemos estar más en contra de la explotación laboral, ya sea a asalariados, a autónomos o a trabajadores que, por circunstancias personales, no pueden no aceptar un trabajo en negro, esos que sufren la explotación más lamentable y denigrante. Desde que empezó la crisis los niveles de abusos de este tipo han venido creciendo hasta límites insospechados.
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