Revisado el 14/02/23 – La elevada incidencia y sobreexposición de la digitalización en nuestra sociedad, tanto en el trabajo como en el día a día, se ha visto acompañada de nuevos peligros que afectan a nuestra estabilidad física y a nuestra salud mental.
Los beneficios de las nuevas tecnologías son indiscutibles, pero el ser humano necesita conectar con la realidad de su alrededor y tomarse periodos de desconexión virtual para evitar la aparición de perjuicios su bienestar.
En la actualidad, se habla ya de tecnoestrés para definir las consecuencias de la incapacidad para gestionar de manera saludable las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
Este problema se registra, especialmente, en ambientes laborales muy tecnificados, trabajos de oficina o en los que se ejerce un uso habitual de redes sociales y ordenadores, entre otros dispositivos.
Es ahí donde entra en juego la desconexión digital, una práctica necesaria y que se está fomentado cada vez más en la cultura de empresa y desde las instituciones sanitarias.
De hecho, los trabajadores tienen derecho a no tener que conectarse a ningún dispositivo profesional o software de la empresa durante sus períodos de descanso o vacaciones, así como no contestar o responder a llamadas, mensajes de texto, correos electrónicos, videoconferencias o cualquier otra forma de comunicación digital fuera de su horario laboral.
Este reconocimiento busca garantizar que se cumplan los tiempos de descanso necesarios, además de las vacaciones, el respeto a la intimidad personal y familiar, y la privacidad digital. Además, supone una medida de prevención de riesgos laborales, especialmente para evitar posibles casos de estrés o ansiedad.
Este derecho tiene su origen en la Ley de Protección de Datos y Garantía de Derechos Digitales (LOPDGDD), aunque también se incluye en el Estatuto de los Trabajadores.
La importancia de la desconexión digital lleva a diferentes organizaciones, como los sindicatos, a fomentar este tipo de prácticas entre sus afiliados o los sectores en los que se encuentran implicados.
La premisa común es la de asegurar la salud física y mental y reducir riesgos de patologías asociadas al estrés y a factores psicosociales.
Desde el punto de vista de la empresa, la desconexión tecnológica favorece la salud y el bienestar de los empleados, repercute positivamente en la productividad y retención del talento, facilita la conciliación de la vida profesional y personal y mejora la calidad de sueño y descanso.
Sin embargo, los beneficios son todavía más amplios si se tiene en cuenta el espectro general del día a día de las personas.
Menor dependencia
Alejarse de internet, de aplicaciones digitales, y dedicar más tiempo a otros aspectos de la vida, como socializar, pasear o realizar actividades físicas, ayuda a ajustar las prioridades y reducir la dependencia de las nuevas tecnologías.
Privacidad
Prestar una menor atención a la tecnología y, por tanto, a las redes sociales, reduce la necesidad de compartir información y publicaciones en internet y de las actualizaciones de nuestros contactos.
Relajación
La desconexión digital facilita que un trabajador deje de estar pendiente de mails de empresa, llamadas de trabajo o mensajes en su periodo de descanso, lo que permite reducir los niveles de estrés y una mayor separación entre la vida personal y la profesional.
Descanso visual
La luz de las pantallas y dispositivos digitales puede resultar muy dañina para la salud de los ojos, especialmente en sesiones extensas. Desconectar y apagar el teléfono permite relajar la vista y reducir los riesgos asociados al abuso tecnológico.
Establecer franjas horarias de desconexión, evitar usar el teléfono antes de dormir o buscar otras tipologías de ocio que no impliquen dispositivos digitales, son algunas pautas para empezar a implantar los hábitos saludables en el día a día.
0 comentarios