Parece que cada vez el respeto por la profesión periodística y sus nuevas fórmulas -Social Media Management y Comunicación 2.0- decrece con el paso del tiempo. Desde posts pagados a un euro y menos hasta insultos y desprecios por parte de personas y comunidades ajenas al mundo de la redacción.
Los plazos en esta profesión apremian, tanto en el mundo editorial tradicional, el del papel, como en el de la red de redes, que se mueve a un ritmo vertiginoso y desde el nacimiento de las redes sociales, exponencial.
Invito a los ajenos a este oficio a que dediquen un segundo a pensar cómo podrían sobrellevar sus profesiones, de qué manera, y cómo afectaría a la calidad final de sus proyectos y encargos el hecho de que se redujera en un 50% o 75% el personal dedicado a un trabajo común.
Se dice mucho que los periodistas son unos ignorantes que escriben sobre lo que no saben. Pero se dice poco -o nada- que lo hacen porque sus superiores así se lo dictan.
El periodismo es el arte de escribir sobre lo que uno no sabe previo trabajo documental exhaustivo. Puede que esa exhaustividad se vea menguada en tiempos de crisis. Puede que la especialización sea un mito o una meta cada vez más lejana. Pero los de arriba deben entender que un periodista ha de formarse, no sólo en el arte de escribir y comunicar sino también en las materias sobre las que ha de hacerlo, y el público ser consciente de las limitaciones de las personas actualmente, tanto a nivel de tiempo como de herramientas.
Ya que los de arriba no quieren comprender, sí me gustaría pedir a los de abajo que intenten hacerlo, mostrar su respeto por el esfuerzo ajeno y aportar críticas constructivas en caso de encontrarse con un trabajo periodístico mejorable.